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Hijita mía....
Sólo quiero que sepas del manojo de emociones que anidan en mi alma, cuando te veo envuelta en sueños, perfumes, música, alegría y baile, multiplicidad de colores, desplegar poquito a poco, tus tiernas alitas a la vida...
Es casi mágico, algo increíble, que seas ese trocito de ser, que el cirujano un día extrajo de mi vientre.
Casi tan mágico, como cuando te empinas en tus nueve añitos con toda la inédita insolencia que te proporciona los ímpetus de estar pisando el umbral de la pre pubertad, enfréntandome, muy dispuesta a defender lo que consideras tu verdad...
Un día...
En un futuro no muy distante...
Sabrás bella e inocente princesita mía...
Lo delicado, complejo y arduo que es desempeñar el bendito rol de mamá, rol éste de las veinticuatro horas diarias, los tres cientos sesenta y cinco días al año, sin feriados ni descansos...
Y....
¿Sabés algo?...
Un secreto entre vos y yo....
Las mamás no hemos venido al mundo con un librito que nos enzeñe como serlo del mejor modo, sólo lo vamos ejercitando a medida nuestra hijita cumple años....
Vos...
¡Nueve añitos de vida!
Yo...
¡Nueve años de mamá!
Pero si, te lo aseguro niña mía, que en ésta sublime tarea, las mamás brindamos todo, y más de lo que podemos.
Ante todo y por sobre todo...
Amor a raudales, a manos llenas, a borbotones.
Sin límites ni tiempo que lo condicione.
Amor del genuino...
Del auténtico...
El amor más puro y profundo legitimado con el sello implantado de Dios...
Y un día...
Por experiencia propia, por lógica de la vida, y seas tú, quién deba guiar y contener a sus indómitos hijitos....
Y...
Búsques en un rinconcito de tu memoria, algunos de los métodos utilizados por mi, para educarte, y los utilices en tus niños...
También allí seguirás sintiendo mi amor eterno, aunque yo ya no esté y el Señor, cumplida mi tarea, me haya llevado junto a Él.
Hoy Luz de mi vida...
Y anteponiendo mi perdón por mi exacerbado egocentrismo materno...
Fuiste la más bonita...
La más bella entre todas...
Brillabas en el grupo, al igual que en el inmenso amanecer....
¡El lucero vespertino!...
Te amo hija mía...
Mamá...
Adagio
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